Me dirijo a vosotros, queridos jefes y responsables, guías y scouts, para recordaros que la primera meta hacia la que hay que encaminarse es la nueva evangelización. Con vuestro estilo inconfundible y vuestro método educativo específico, anunciad por los caminos del mundo la verdad del Evangelio, mediante vuestra adhesión fiel a Cristo y a su eterno mensaje de salvación. Para este fin, es preciso saber conjugar la amistad con él y la fidelidad a su palabra con el esfuerzo por comprender las situaciones reales en que se encuentra la juventud de hoy.
De este modo, vuestra familia asociativa encuentra otra meta que es necesario alcanzar: se trata del así llamado «desafío educativo», expresión familiar para vosotros. También desde este punto de vista, el método scout muestra su peculiar genialidad y su actualidad,
porque hoy está aumentando progresivamente la complejidad de los procesos educativos y de los itinerarios de formación en la fe y en la vida. Requieren por parte
de los educadores una preparación cada vez más calificada y adecuada. En
particular, es indispensable saber escuchar y hacer participar a la persona que está
creciendo, invitándola a aceptar una propuesta clara y fuerte, capaz de interpelar su
libertad y su conciencia crítica.
Amadísimos jefes educadores y asistentes eclesiásticos, no tengáis miedo de proponer
a los jóvenes grandes ideales, puesto que el escultismo es gimnasio para el
entrenamiento en las virtudes difíciles. Ante los ojos de los muchachos y muchachas
con que tengáis contacto, poned la figura de Cristo: su heroísmo y su santidad. Y
vosotros, en calidad de jefes y responsables, jamás dejéis de ser ejemplo, apoyo y
valioso estímulo.
Otro objetivo por lograr es un mundo más humano, justo y sereno, en cuya
construcción hay que trabajar juntamente con todas las fuerzas sanas de la sociedad.
Este desafío sólo pueden afrontarlo adecuadamente hombres y mujeres conscientes y
libres, iluminados por el Evangelio y formados en la participación activa y la
colaboración responsable en el campo civil. En este ámbito, se presenta hoy con
dramática actualidad la necesidad de educar a la juventud para la paz. Al respecto,
sé que los guías y los scouts católicos trabajan con gran sensibilidad y realizan una
acción asidua e influyente en favor de la «cultura de la paz» y de la «civilización del
amor».
Éstas son las tres metas que hay que conseguir: la evangelización, el desafío
educativo y la construcción de un mundo de paz.
Vaticano, Juan Pablo II a los dirigentes de la Agesci, 23 de abril de 1999