En todos los continentes en que se encuentra, World Vision lucha abiertamente contra este problema. Por ejemplo, World Vision hizo una campaña de años contra la prostitución infantil que logró cambiar la legislación en Estados Unidos, para que aquellos ciudadanos que visitaban países del extranjero haciendo turismo sexual pudiesen ser enjuiciados y condenados a su vuelta a Estados Unidos. Simultáneamente, World Vision establecía casas de acogida, apoyos legales y métodos de rehabilitación para los niños rescatados.
El tráfico sexual lleva implícito un dramatismo que opaca otras llagas, como el tráfico de personas, niños que son prácticamente vendidos como esclavos para trabajar en fábricas, pero sobre todo en labores agrícolas.
Tenemos la tendencia a creer que estos problemas no nos atañen. Sin embargo, las cifras oficiales nos muestran que en Chile trabajan 280 mil niños. Y lo hacen en circunstancias duras y difíciles: en la pequeña minería, en la agricultura, y en ventas informales en las ciudades, exponiéndose a muchos riesgos.
En nuestro país, World Vision centra sus esfuerzos en apoyar a los niños de sus proyectos, que son alrededor de 40 mil, para que permanezcan en la escuela hasta finalizar sus estudios. Aunque en Chile no existen organizaciones basadas en el trabajo infantil a gran escala, hay familias o grupos que cuentan con los frutos del trabajo del niño como un ingreso significativo y no dan importancia a su asistencia a las escuelas.
Para evitar estas situaciones, World Vision hace un trabajo permanente con los miembros de las comunidades en que está presente, para erradicar tendencias culturales arraigadas y para demostrar a los padres que la complejidad de la vida moderna exige una educación prolongada y de calidad. Pero el trabajo abusivo se da también dentro del hogar, sobre todo tratándose de niñas. Ha sido un largo camino convencer a las madres que no es responsabilidad de las hijas mayores, sino de ellas, criar a los hermanos pequeños, limpiar la casa o preparar las comidas. Todavía es difícil convencer a algunas familias de que las niñas merecen ser educadas tanto como los niños. Todos tenemos que colaborar para producir este cambio.
* World Vision Chile
